De todos los monumentos mayas, la torre del palacio de
Palenque, en Méjico, es quizá uno de los menos llamativos. Sólo a simple vista,
precisamente por su aspecto nada exótico, y por estar rodeada de otros
monumentos que han llamado la atención de expertos y público en general desde
su descubrimiento, entre montañas de roca, tierra y, montañas de escombros.
Como el campanario de una iglesia románica, la torre de Palenque aguarda al visitante entre la maleza de la selva de Chiapas (foto Flickr) |
La torre se alza orgullosa desde su base en el palacio que
antaño ocuparon los mandatarios de la ciudad. De planta cuadrada, rematada en
un tejado a cuatro aguas, nada parece tener que ver con las pirámides que
fueron erigidas a su alrededor.
Para unos fue un lugar de uso defensivo, mientras que para
otros se trataba de un lugar para realizar diversos cultos.
Una imagen que muestre sólo la torre, aislada del resto del
conjunto arquitectónico, podría confundir al profano.
¿Quién no se equivocaría y situaría el monumento en China,
por ejemplo, o en algún lugar de la Toscana?
Porque los enigmas de la torre que planteamos se centran en su
forma, tan distinta a todo lo que sabemos de los mayas.
Fue, probablemente, la única de sus características que
construyó este maravilloso pueblo. Rascándonos la cabeza podemos empezar a
imaginar, y a recordar a los autores que defienden contactos precolombinos
entre América y otras partes del mundo.
¿Chinos? ¿Templarios?
Para que nadie empiece a ponerse nervioso, remitiremos,
simplemente, a las imágenes que miles de cámaras han tomado en el lugar y que
pueden encontrarse en libros, vídeos o Internet. Que cada cual observe, llegue
a sus propias conclusiones. Recordaremos que los enigmas siguen siendo muchos,
y que esto sólo es una teoría que lanza un simple amante del misterio, que
estuvo allí y que allí, también, se vio sorprendido por esta idea tan alocada, aunque tan sugerente...
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