Tesoros ocultos, profanación de cadáveres, galeones españoles encontrados en mitad del desierto, y hasta pájaros quizá prehistóricos...! A continuación, traemos una pequeña selección de misterios y enigmas no resueltos llegados directamente del salvaje Oeste americano, un territorio aún salvaje e indómito, poblado, como podrán comprobar, de inquietantes leyendas...
EL GALEÓN PERDIDO EN EL
DESIERTO
Algo extraño, desde
luego, por tratarse, claro, de un lugar muy alejado del mar, extremadamente
seco, que, sin embargo, y a decir de algunos expertos –con muchas reservas,
también hay que decirlo– no sería del todo imposible si se trabajase con la
posibilidad de que –como sí se sabe de periodos geológicos remotos– el lecho de
ciertas partes de aquel desierto hubiera estado inundado de agua en el pasado...
Es lo que proponen
quienes especulan con la teoría de que pudo haber algún galeón que,
adentrándose por el golfo de California a través de la depresión de Salton (una
depresión que pudo haber estado inundada en el pasado, aunque es difícil
concretar si era así hace unos siglos), quedase encallado y perdido, sin ayuda
alguna, y acabase quedando varado bajo el ardiente sol de aquella zona.
En cualquier caso, a día
de hoy la existencia de ningún barco ha sido probada –la expedición de Clusker
terminó, al menos oficialmente, sin que lograra hallar nada–, y todo forma
parte aún de la leyenda; una leyenda que nos encanta –por otro lado–, y que se
abre a múltiples posibilidades, pues: ¿a quién no le viene a la mente la imagen
del barco varado en el desierto de la película Encuentros en la Tercera Fase?
¿DÓNDE ESTÁ LA CABEZA DE
PANCHO VILLA?
EL TESORO DE PICO
VICTORIO
Más tarde, ya en el s.
XX, concretamente en 1937, una pareja de investigadores denuncia que, tras
descubrir la mina, y acudir a ella en varias ocasiones para recoger los
lingotes de oro que se encuentran en ella, alguien ha procedido a sellarla a
cal y canto haciendo imposible acceder a ella.
A partir de ahí se
disparan todo tipo de especulaciones, siendo la principal de todas el que el
ejército de EE.UU. esté detrás del sellado de la cámara, haciendo acopio de
unas riquezas –se estiman en 30.000 millones de dólares– de las que no se da
ningún tipo de cuenta pública.
En 1977, un radar revela
la presencia de un gran espacio abierto bajo la montaña que, junto a los 88 lingotes
de oro hallados en la zona por los investigadores antes mencionados, y los
testimonios que aseguran haber localizado una puerta de acero en la entrada de
la presunta cueva, suponen las únicas evidencias que sostienen esta leyenda.
LOS PÁJAROS GIGANTES DEL
OESTE
Al margen de las
múltiples leyendas que existen al respecto en todo el mundo, existe un cazatesoros
del estado de Wyoming que dice haber logrado encontrar en una cueva de Utah
multitud de plumas de enorme tamaño –con la quilla de aproximadamente el
diámetro de un dedo–, precisamente junto a representaciones pictóricas
realizadas por nativos americanos en las que aparecen pájaros gigantes con
cuernos. A decir de los expertos, la especie a la que pertenecen dichas plumas
no ha podido ser aún identificada…
LA MINA DE ORO PERDIDA DEL
HOLANDÉS
Se estima que cerca de
8000 personas al año recorren de arriba abajo el Salt River Valley de Arizona
en busca de una de las leyendas más conocidas del Oeste americano. Se trata de
la mina de oro del holandés –en realidad alemán– Jacob Waltz, un aventurero
cazatesoros cuya vida parece sacada de un western, y cuyo secreto –el de una
mina de oro que a lo largo de su vida le estuvo reportando grandes beneficios,
sin que nadie supiera su ubicación exacta– sigue provocando la curiosidad de
quien, de una forma u otra, accede a la historia. Para los
modernos investigadores, hay bastantes pruebas de que pueda existir la mina de
la leyenda –rastros, por ejemplo, de actividad minera en la zona de la que se
sospecha– aunque también es cierto que no se ha podido hallar nada sólido,
ninguna prueba consistente, y el hecho de que la leyenda siga escribiéndose a
base de nuevas pruebas –nuevos mapas, por ejemplo; nuevos testimonios que
hablan de que no se quién, en el lecho de muerte, confesó saber dónde se
hallaba– hacen que, como decíamos al principio, miles de personas sigan
sintiendo el gusanillo de la fiebre del Oro y se lancen a las montañas en busca
del filón que les arregle la vida.
Muy interesante la parte donde se habla de los 88 lingotes de oro, sobretodo el hecho de que el ejército haya estado detras de todo
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